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domingo, 19 de abril de 2015

El genio de Basilea.

Retomando una de las pocas rutinas que adoro tener y que dejé en pausa por motivos ajenos a la vagancia o el desinterés, me voy a limitar a hablar sobre deporte, dándome el gusto de explayarme en aquello en lo que tengo más facilidad. Y como siempre, espero que a mi escaso público le pueda interesar.

Si yo les hablo de tenis, ¿qué es lo primero que su semiosis les facilita en su interpretación mental? Las primeras imágenes en llegar son las de una raqueta empuñada, con un fondo dotado de público mirando el rebotar de la pelota y una red que todavía no se dió el gusto de ingerir ese bocado amarillo y redondo.


Ahora, según definición de diccionario, el tenis es un deporte practicado entre dos o más jugadores provistos de raquetas que se empeñan en enviar una pelota por encima de una red y dentro de límites de un terreno de juego rectangular. Hasta ahí estamos dentro de una esfera concreta y aburrida que carece de ramales, pero eso pasa con cualquier deporte. Para esto están los deportistas, aquellos que son capaces de desarrollar una autonomía del juego que solamente les pertenezca a ellos y que tengan un récord de ser los primeros en jugar como ellos. Y para explicarles esto, redacto lo siguiente:


Fuera de cualquier campo soberbio, tengo entendido que aquí han leído argentinos, venezolanos, chilenos, colombianos, brasileros, uruguayos y algún que otro español que merodea por los rincones de la web. Sé de ellos, por lo menos.

Partiendo de esto, pongamos el ejemplo de que ustedes, latinos, sean apasionados por el tenis y apliquen una pizca de sentido nacionalista (hablando muy en serio) a este deporte que les genera alegrías, y que más alegría les genera cuando uno de su país triunfa:

- Los argentinos se asemejan con Juan Martín del Potro, "Pico" Mónaco, el retirado David Nalbandian, o algún Guillermo Vilas, susurrado en voz baja.

- Los venezolanos se podrán acordar de José de Armas.
- Los chilenos de Fernándo Gonzáles, con buena trayectoria en los Grand Slams, o del mejor de su historia, Marcelo Ríos (que fue número 1), o de un retirado Nicolás Massú.
- Los colombianos del controversial Santiago Giraldo.
- Los brasileros de Thomaz Bellucci o Joao Souza.
- Los uruguayos del legendario Pablo Cuevas.

Ustedes en su opinión y preferencia sabrán cual tenista los identifica más, sólo nombre algunos como objeto de ejemplo. Y es por esto también que ustedes deben tener sabido como juegan aquellos tenistas que adoran más, ustedes pueden reconocer y calificar lo que les gusta, porque de ahí surge la idolatría.


Volviendo a lo anterior, lo que hace del tenis algo pasional y extraordinario, es el estilo de aquel que practique tenis. Con esto quiero decir, nunca habrá semejanza al estilo de juego de Djokovic con el de Tsonga, porque de ser así, los dos podrían tener la misma cantidad de títulos en el circuito o, sin ir más lejos, se moverían de misma manera dentro de la cancha, y no pasa eso.


Son justamente las diferencias del estilo de juego del tenis lo que genera competitividad. Y la competitividad dejó de existir hace unos años.


La competencia en el tenis se da cuando un estilo de un jugador se sobrepone periódicamente sobre el estilo de otro. Entonces, si nos vamos por términos filosóficos y pasionales, no existe más la competencia en el tenis, o por lo menos, no tiene pactada la fecha de vencimiento, no hasta que Federer se retire.


Cuando Federer debutó en el tenis no se le tenía mucha fe como un futuro buen jugador, y quizás este prejuicio se haya creado por aquella temprana derrota en su país contra Andre Agassi, y porque termino su primer temporada como profesional en negativo. Pero como hoy día se sabe, Federer rompió todo tipo de prejuicio creado y se convirtió en uno de los mejores deportistas del siglo XXI.


Este señor se dió el gusto de hacer que su estilo de juego se sobreponga al de muchos otros, permitiéndole conquistar decenas de torneos y, vale nombrar, toneladas de dinero.


Su estilo de juego es el único que no puede ser explicado, ni por el mismo. Seguramente, a sus adentros, ni él debe saber como lo hace. Si no quieren creerme, o no pueden creerme, háganse esta pregunta: ¿como explicar que a Federer solamente le falten 38 títulos por ganar?


Sí, según estadísticas y registros de su carrera que yo me tomé el gusto de investigar, Roger tiene 38 títulos por conquistar del circuito profesional, contando torneos ATP 250, 500 y Masters 1000 (omitiendo los ATP Challenger Series y los Future, que son para tenistas de menor ranking).

Pero si nos ponemos a hacer descarte, para "achicar" esa cantidad, y quitamos aquellos ATP 250 y 500 que Roger, muy probablemente, deje de lado por cuestiones de distancia y ajenas a lo deportivo, en total serían entre 8 y 10 títulos faltantes.
¿Cuántos tenistas se pueden dar el gusto de estar así de cómodos?

Y mi hipótesis es que Roger no ganó estos 38 títulos, porque no quiso. Mi razón se basa en que él priorizó campeonatos más "importantes", al momento de organizar su calendario. Su optimismo lo impulsaba a ir a lo grande, a los Grand Slam, los Masters 1000, esos torneos que siempre tienen a los cinco o diez mejores (en promedio) peleando por ganar el título. Y justamente por este optimismo, hubo veces que perdió finales o eliminatorias, cuando tranquilamente podría haber ganado 3 o 4 de estos títulos faltantes, y sumarlos a su repertorio. Por eso es admirable, porque el tipo siempre va a lo grande, sabe que para seguir demostrando que es el mejor, tiene que jugarse por esos 1000 o 2000 puntos gloriosos, ese debe ser su pensamiento. Pero él tampoco entiende que ya no le queda nada por demostrar.


El maestro se encargó de hacer del tenis una obra de arte, es el revolucionario de este deporte, es uno de los pocos que hace que los relatores tengan orgasmos al querer explicar su hecho. Él acostumbró al mundo a que se hable de él como si fuera un milagro.


Cuando uno habla de Federer, es imposible decir de lo que es capaz, el ser humano todavía no evolucionó su lenguaje para poder descifrar la pronunciación de tal majestuosidad al momento de jugar al tenis. Es uno de los claros ejemplos de que la bendición del talento existe.


Ganó cuando presionó.

Y al ser presionado.

Ahora, juzguen ustedes.