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martes, 1 de octubre de 2019

Xiara

Cuando conocí a Xiara yo tenía 23 años, estaba en una de las peores etapas de mi vida, cansado de la rutina semanal y preparándome para un período extremadamente intenso, plagado de entregas y parciales en mi primer año de carrera.

La conocí cuando ella tenía 4 años, me estaba mirando fijamente con su mirada tan tierna, perdida en mis ojos y yo en los de ella. La conocí esporadicamente, fue sólo esa imagen. Tenía el mismo pelo y las mismas muequitas que su mamá, unos ojos algo oscuros pero brillantes, los cachetes gorditos y unos labios gruesos. Era una nena preciosa, alguien que me alegró todo el día después de conocerla y que no podía esperar a contarle a su mamá que la había conocido.

La mamá, para el momento en que la conocí, también estaba atravesando una etapa difícil y tenía muchos planes por delante, pero apenas pude verla, le conté. Y ella no lo pudo creer.

Claro, para mi sorpresa, la mamá de Xiara, tal y como la naturaleza debe comprenderlo, la conoció mucho antes que yo. Imagínense la sorpresa de la mamá cuando le conté que finalmente había conocido a alguien que, de alguna manera, nosotros teníamos la certeza de que nos haría inmensamente felices.

Xiara es mi hija. Es también hija de la persona que más amé en mi vida.

No, la mamá de Xiara hoy tiene 19 años y ni ella ni yo somos padres aún. A Xiara, los dos la conocimos en nuestros sueños.

Al principio yo no le creía a su mamá que había soñado con ella, me parecía sorpresivo, inusual, imposible, flashero. ¿Quién iba a decir que yo soñaría exactamente a la misma persona, con los mismos rasgos y la misma edad, tiempo después?

Y si bien soñé a los hermanos de Xiara, no los soñé de la manera tan clara como la soñé a ella. Tal vez sea por la diferencia de tiempo que habrá entre Xiara y su segundo hermano, tal vez sea porque solamente tengo la capacidad de soñar hasta cierto punto en el futuro, no lo sé. Es muy cómico todo esto.

Aún así después de soñarla, después de contarle a su mamá y a otras personas de mi cercanía lo inusual y extraño de dicho sueño, seguía teniendo mis leves dudas, porque al fin y al cabo, probablemente sólo haya sido un sueño, una impresión directa del inconsciente y, por momentos, me olvidaba de la increíble similitud entre los sueños de la madre y el mío.

Pero tiempo después me convencí.

Hace poco, cenando con mi papá y su pareja, decidí contarle este tipo de sueños que yo tenía, casi premonitorios, que a su vez incluyen otro montón de cuestiones, pero que hoy no quiero contar. Cuando les aclaré todo lo que soñé, quedaron sorprendidos, impactados, no sabían que decirme y, por supuesto, ¡no es para menos!

Pero cuando ambos me pidieron detalles físicos de ella, que la describa, que de más detalles sobre ella, ellos se convencieron de que había mucho más detrás de un simple sueño.

Después de hablarle de sus manos chiquitas, del suave de su pelo, de lo redonda de su nariz, de cuan tiernas eran todas sus muecas y la manera en la que se reía, de cuan similar era su carita con la de su mamá y la mía, de como era su boca, sus ojos, su mirada, ellos me dijeron que efectivamente estaba hablando de mi hija. En palabras de mi papá:
"Estás describiéndola de la misma forma que yo describía a tu hermana cuando era chiquita"
Y me convencí.

Nunca había hablado así sobre alguien de la misma manera en la que había hablado de ella. Y no me daba cuenta que estaba siendo auténtico, que hablaba nada más y nada menos que de mi hija, de nuestra hija, porque me dí cuenta que no solo hablaba de la belleza de mi hija, sino de la belleza de su madre, porque Xiara es igual de bella que su mamá, sin lugar a dudas.

Todavía me cuesta caer en lo utópico que todo esto resulta ser, porque no se trata sólo de Xiara, se trata de muchos aspectos de mi futuro que, vaya Dios a saber cómo, yo vengo soñando. Y es justamente por estos sueños que día a día me otorgo la convicción de que por donde voy, es el lugar correcto, el lugar correcto para mí, para su mamá, para nuestro futuro, para darle un lindo futuro a Xiara.

Le había dicho a la mamá de Xiara, mucho tiempo atrás, que no creía en el destino, que no me gustaba pensar que no tenía control sobre lo que mi futuro podía llegar a ser. Pero, con esa idea, ¿Cómo podría negarme a mi mismo todas las certezas que tengo sobre mi hija? ¿Cómo cerrar la puerta a una filosofía que claramente me traerá alegrías más adelante? ¿Cómo le termino de dar las gracias a la mamá de Xiara por haberme hecho creer en el destino al igual que ella?

Afortunadamente, Xiara forma parte de mi destino. Y me encantaría darle el mejor voto de confianza al tiempo, para que llegue el día en el que pueda tener a Xiara conmigo, en mis brazos, mientras yo le sonrío a su mamá. Para que, ese mismo día, le pueda decir a mi hija "Te esperamos por mucho tiempo". Para que pueda decirle al amor de mi vida que, a partir de ese entonces, los amores de mi vida son dos. Para que ese día pueda verme al espejo con ella y convencerme de que vivir el presente con ella en mi futuro fue una de las mejores alegrías que me dio la vida, o el destino, o el universo, o lo que sea.

Mientras tanto, el amor de mi vida, aún espera por mí.
Y entre tanto y tanto, yo voy por ella, o, mejor dicho, por ellas.

Y además, sin saberlo, Xiara espera por nosotros. Y nosotros vamos a llegar, capaz no en este momento, capaz no mañana, pero cuando lleguemos, por favor, nunca dejes de mirarnos como soñé que nos mirabas.

Por ahora, para cuando ya sepas leer y logres interpretarlo, te quiero regalar el primero de todos los que te daré:

Te amo.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Ella y él

Cuando recibí un mensaje de ella, triste, sensible, me vi en ella. Tan solo unos días después del peor cumpleaños de mi vida, a horas matinales, volvió a escribir con una mala noticia y, como es obvio, me sorprendí.

Días después me dijo que estaba confundida. Tomamos un café, repetía a sotavento que me quería pero que no sabía. Yo me sentí mal por mí, porque si bien la quería, yo no estaba confundido y si sabía lo que quería con ella.

Una semana después de mantener conversaciones bastante fluidas, me regaló lo que mi corazón quería escuchar:
"Si, probemos de nuevo".

Yo me alegré tanto que le compre un regalo que se que le gustaría muchísimo, empecé a recordar los puestos de flores más reconocidos de Capital para regalarle un clavel, su flor. Acepte cenar con mi viejo de lo feliz que estaba y le conté con felicidad aquello que me había dicho, porque el fue el primero que me vio mal al momento que todo ocurrió.

Pero, al mismo día, recibí otro mensaje.

Al final, ella no quería probar de nuevo. La mejor consejera de su vida supo darle ciertas pautas que, según ella, no supo ver a tiempo. Y culpó a esa debilidad por haberme dicho ese "Sí" tan lindo.

Se me vino el mundo abajo, otra vez.

Pensó que la historia se repetiría de nuevo, una historia tan vulgar e indigna de ser repetida, ella pensó que la repetiría conmigo. Porque se topó con una imagen mía muy similar a la de alguien que lastimó el corazón de una mujer muy valiosa, y no solo eso, sino el corazón de la mujer más valiosa del mundo tiempo después.

Le afirmé en mil maneras que sujetarse tan negativamente a mi era incorrecto, que yo no iba a darle ese futuro, sino todo lo contrario.

Uno ya no sabe con certeza cuál fue el proceso asociativo que tuvo lugar en ese pensamiento. Pero hoy ella es diferente.

Ella hoy se deja llevar por la corriente, volvió a darle fe al destino y puso al tiempo como juez unánime de nuestro futuro.

A todo esto, ella no me elije.

Ella no elije mis besos, mis abrazos, mis palabras, mi compañía. Aunque elije aceptar mi búsqueda y mi decisión inquebrantable hacia ella.

Ella supo compartir sus labios con quien pensó que le podría regalar un rato de distracción. Pobre ingenuo.

Hoy ella recibe mis mensajes. La mayor parte del tiempo parece ignorarlos, aunque después responde, y yo siempre quiero enviarle el mensaje correcto sin dejar de lado mis sentimientos por ella. Ella estudia, organiza su futuro a puro estrés, dialoga con sus semejantes. Ella intercambia mensajes con quien compartió algo más, algunos de ellos se suben de tono, algunos de ellos no son solo para él.

Y el verdadero él, el auténtico él, dueño de sus mensajes, sus labios, su corazón, su futuro, queda detrás.

Ella piensa que él mantiene aventuras textuales o fantasiosas con alguien más, capaz por asimilación, capaz por proyección, pero mientras, él sigue esperándola. Solo a ella.

Mientras ella quisiera volver a compartir sus besos, su cuerpo, con una situación que se le presente con alguien, él se mira al espejo y se pregunta si sigue siendo suficiente para ella, cuando en realidad, el ya es suficiente para sí mismo.

Desde el momento en que ella se generó las imágenes de algo que sucedió, el las lamenta. No por comparar las imágenes mentales de ella con las de él, sino porque justamente es él quien lamenta las imágenes que le quedaron presentes. Por lo lamentable y paupérrimo que fue. Por la moraleja dolorosa que eso supo ser.

Y mientras tanto, él la espera.

Ella se enoja, él le da espacio.
Ella está triste, él se presta.
Ella quiere algo, él se lo daría.
Ella sigue la corriente, él es firme.
Ella lo extraña, él también.
Ella desea que él sienta su falta, él llora en horario vespertino.
Ella lo quiere, él la ama.
Ella demanda su mundo, él le daría su universo.
Ella se sentiría señalada, él quisiera ser el señalado.
A ella le falta algo para volver a él, y el lo tiene, pero ella no lo ve.

Pero ella no es para él. Y él es de ella.

Y así será hasta que ella sea él, porque él está en ella.

Llegará el día donde se repetirá una historia, la historia que pudo haber sido a partir del "Sí" cancelado. Y llegará pronto, él estará dolido, tal y como hoy, pero ese día será feliz. Y será la felicidad de él la gran catapulta hacia lo que debió haber sido siempre.

Porque él no es menos que eso, y ella ya lo sabe

lunes, 12 de agosto de 2019

¿De nuevo aquí...?

Sí, de nuevo aquí. Al parecer este sitio termino su metamorfosis para concretarse en un centro terapéutico polifuncionarial a cargo del autor. No digo que sea una terapia eficaz como la ejercida en los divanes, pero esta es más barata.

Parte de mí ansía que llegues acá y vuelvas a leer mis palabras, y vuelvan a generarte algo dentro.

Vamos a ir al grano, desde que todo terminó sólo hace unos días estoy teniendo revoltijos cerebrales a cada hora del día, cambio de opinión mil veces, vuelvo al inicio o causa y genero nuevas opiniones o trato de buscar una solución o salida.

Y es que lo hable, en voz alta y en voz baja, lo medite hasta con las paredes y hasta ellas fueron grandes consejeras.

Me desperté y automáticamente me acechó el recuerdo de que ya no estabas conmigo, me lavé los dientes, me cambié y me fui a la parada camino al trabajo, hablé con mis compañeros, honestamente hice poco de lo que tenía por hacer y al terminar mi horario caminé hasta la parada para emprender la vuelta y llegar a casa.

O esa es la versión corta, digamos.

La versión larga y que quiero detallar muy bien es la siguiente:

Me desperté y lo primero que vi fueron tus ojotas a un costado del mueble del televisor, te recordé al instante y no sólo vi el short que te presté arriba de mi escritorio desordenado, sino que todavía había carilinas usadas tuyas que olvide de juntar debajo de mi cama.
Busqué ropa en los sillones donde una vez te saqué dos fotos bellísimas, me cambié cerca de la estufa donde estirabas tu buzo para que el calor llegue a tu pecho más rápido, me lavé los dientes y vi tu cepillo que olvidaste guardar, y cuando lo guardé, vi tu maquinita de afeitar apoyada en uno de los estantes del espejo. Traté de hacer todo lo que me restaba hacer mirando hacia abajo para no recordar nada más tuyo. Pero llegué a la parada donde siempre querías sentarte por cábala para que llegue rápido el 247 y, al subirme y emprender viaje, me quedaba mirando fijamente la calle Estados Unidos donde te bajabas para caminar a tu facu en algunas ocasiones. Llegué y le pedí a mis compañeros de trabajo que sean comprensibles conmigo por unos cuantos días dado mi estado de ánimo. No sé como el día me pasó volando, y volví a delirar cuando tuve que irme. Salí del edificio y mire para atrás, donde una vez me esperaste sentada al lado de la puerta, al subirme al colectivo miraba a toda la gente de dentro y fuera y creo que te vi 5 o 6 veces, cuando en realidad vos estabas del otro lado de San Telmo cursando tu primer día de facultad post-vacaciones. Llegué y seguí buscándote pero no estabas, y al llegar, una chica de tu estatura y con el pelo morocho se dirigía hacia mi casa y, nuevamente, creí verte sin verte.

No sólo estoy pasando uno de mis peores momentos, sino que esta vez son los malos momentos los que pasan por mí y no al revés.

A veces me siento incapaz de encarar este tema con la madurez que amerita, pero después, y de repente, me encuentro desconsolado, abrazando cualquier cosa pretendiendo que sos vos.

Lo que sucede, es que siento mucha culpa e impotencia a la vez. Porque habiéndote sido fiel cada día de nuestra etapa, te hice sentir que no. Siento mucha bronca hacia la responsable de todo esto, a la situación que resultó ser desfavorable para mí y a mis complejos de inferioridad.

Sin verte, sin sentirte, sin hablarte, puedo escuchar que eso que late, en una mínima proporción, late por mí. Y sí, era de esperar que sea así después de como repercutió todo en vos.

En cambio, no solo el mío late bien fuerte en reciprocidad, sino que yo enteramente sigo vibrando por vos, sigo desviviéndome por vos aunque, capaz, ya ni sentido tenga. Pero alguien me dijo que uno recibe las vibras que al mismo tiempo emana.

Como dije, cada hora del día trae una reflexión nueva. Los hechos no cambian, yo no quise esto ni lo hubiese querido en mi vida. Pero sí me llegan diferentes convicciones mediante pasa el tiempo.

Esto está terminado. Este pequeño párrafo me sirve a mi mismo para dejar la etapa de la negación y afrontar la realidad, lo cual, para mí actualmente, es un paso gigante. Aunque sostengo que hemos vivido tantas cosas, aprendido tanto del otro, atravesamos tantas convicciones que ni hoy, ni mañana, ni nunca, voy a aceptar que esto termine aquí.

No, no hablo de vidas futuras. Hablo de esta, esta línea temporal, esta dimensión, estos sentimientos que hoy encuentro.

Sé que no digo esto para convencerme de algo que no sucederá, porque si pusiste un punto en esta historia por algo fue. Pero creo que nuestra vida está en su 20% nada más, y perdón, pero dudo mucho que se hayan escrutado todas las mesas.

Después voy a darle un cierre a este tema, pero mientras voy a hacer un breve intento de dejar las cosas en claro, no para mí, sino para vos:

Principalmente yo no quise que esto pasara, no me hubiese imaginado nunca que iba a aparecer una mina que me tenía tantas ganas como para comportarse así conmigo y generarme tanto nerviosismo que no supe como sacármela de encima. De más está decir que yo desde el primer momento me desentendía de la situación y ella sabía que yo estaba en pareja, y aún así tuvo ciertos atrevimientos. Yo caí en ese juego y fui irresponsable en seguírselo. Al boliche vino a ultimo momento porque se le habían bajado integrantes a la cumpleañera y además ella había estado preguntado intensamente al grupo si cualquiera podía hacer algo. Nunca me imagine que después ella me contaría lo que me contó, de lo cual yo no tengo memoria de eso en lo absoluto y ni la cumpleañera ni ninguna de sus invitadas vio eso, y esto me enoja muchísimo, porque siento que se aprovechó.

Yo, mi cuerpo, mi corazón, mis sueños, mis sentimientos fueron de tu propiedad desde el primer día. Dios es testigo, y si sos atea, el puto universo sabe que eso es cierto. Y POR SUPUESTO que lo iba a mantener así hasta siempre. 

Enterarte de lo que pasó te ibas a enterar, como sea, lo único que me reprocho es que no salió de mí. No es que no salió de mi por querer ocultártelo y pasarme de vivo, ¿qué sentido tiene pasarme de vivo si la culpa a mi me invade igual? no encontré el valor de decirlo dentro de mí y además estabas tan cerca mío en cuerpo y mente como pocas veces antes, y eso me hacía volar para otro lado.

Ahora, tu enojo está justificado, lo sé. Pero si me pongo a ver en retrospectiva no veo que cuadre nada, según afirmas. Te dije en varias formas que fui incondicional con vos y que no te cambiaba por nadie ni por nada, porque te convertiste en mi otra mitad, formamos algo tan bello y tan radiante que se me hacía imposible imaginarme o imaginarte sin el otro al lado. Yo no puedo aceptar que digas que me cagué en eso. O que me cagué en vos.

No fuimos contaminantes, porque a nosotros no nos inundaba nada de toxicidad. Inclusive en los malos momentos nos terminaba pudiendo nuestro cariño.

Después del mensaje que le mandé a ella, del que te pasé captura, sentí que le pude decir lo que le debí haber dicho, porque siento a esta persona como principal responsable, porque si se inició de alguna manera, fue desde esa persona. Es más, yo simplemente quería hacer más amigos en mi barrio, no sé que necesidad tenía ella de desestimar esa intención de mi parte. Pero, como no es novedad, volví a pecar por optimista.

Siento que te perdí de una manera tan imbécil, tan banal, tan vaga que me da impotencia. Porque yo no te engañe. Ni por un pelo.

Afortunadamente ayer me dijiste cosas que tenía que oír alguna vez de alguien para sacarlo de mi sótano y tratar de arreglarlo. En serio, gracias.

A partir de hoy empezó a construirse un ser humano diferente, es lo único 'positivo', intuyo, que saco de esto. Y doy por seguro no parar hasta que me sienta conforme, al menos, con quien soy. Porque todo lo demás vendrá después.

Acepto que me dejaste, acepto que pienses que soy una mierda, que tengas enojo por estos días por lo que pasó, pero yo necesito que esto lo sepas tarde o temprano: te ame de verdad, te amo de verdad. Me entregué tanto a vos que cuando me sacaste de adentro tuyo me vi y sentí que todo lo que tenía valía menos.

Te pido mi más sentido perdón si te fallé. Pero te quiero hacer saber por única vez, que voy a volver a buscarte cuando me sienta suficiente para vos, y cuando ese día te tenga cerca y quieras dar un paso hacia mí, te voy advertir que, si lo das, no voy a permitir que nos soltemos jamás. Porque eso, al fin y al cabo, es lo que seguimos queriendo, solo que ahora es muy pronto.

Y es, como siempre, un placer escribir sobre vos. No por nada sos mi trending topic en mi blog desde hace un año.

Esto fue escrito con mucho cariño. Hasta luego.

martes, 4 de junio de 2019

Gol de Zárate

Durante un tramo de dos años, entre 2017 y 2019, se conformó un seudónimo asociado a algunos de los principales grandes equipos que, aún no se ha oficializado públicamente pero se llama Traidores Atlético Club.

El club se conformó por polémicos traspasos de jugadores que eran ídolos o muy queridas figuras en sus equipos para pasar a jugar a máximos rivales de la Primera División.

Entre los más emblemáticos se destacaron dos campeones de América con San Lorenzo de Almagro; Julio Buffarini y Emmanuel Mas. Ambos pasaron a Boca con la promesa de jugar en un club aún más grande que el azulgrana y la ambición de una Copa Libertadores que no supo llegar.

Caso también de Nery Domínguez, quien venía de ganar la Copa Sudamericana con Independiente, pasó a Racing Club, su clásico rival, para ser campeón de Primera.

O mismo el delantero Matías Suárez, ídolo de Belgrano, que pasó a River Plate dejando a Belgrano complicado económicamente y en la zona de descenso, que efectivamente descendió al finalizar la temporada del 2019. A las pocas semanas saldría campeón internacional.

Pero el más polémico fue el de Mauro Zárate, ídolo contemporáneo, emblemático goleador, figura estelar y campeón con Vélez Sarsfield. El mediapunta pasó a Boca optimizando su última etapa de su carrera queriendo militar en un grande de la Primera División y la promesa de ganar títulos.

Los hinchas, aficionados y varios de otros clubes condenaron la actitud de Zárate. Lo tildaron de traidor, desleal e imberbe. Mientras que en Boca encontró un club y una hinchada que lo amparó y resguardó otorgándole el cariño que los hinchas del Fortín dejaron de darle.

Durante su etapa en Boca supo conquistar la Supercopa Argentina como también ser subcampeón de la Copa Libertadores más importante de todos los tiempos. Pero en la disputa de las eliminatorias de una copa local, le tocó enfrentar con Boca a su anterior club; Vélez.

Eran los cuartos de Final y tras los empates en los partidos de ida y vuelta, llegó la definición desde el punto de castigo.

Mauro Zárate, tiempo después de haber llegado a Boca, se mostró dolido y dio una nota en un medio deportivo donde quebró en llanto lamentando haber defraudado a la gente del club que lo vio nacer, pero esta vez no sería así.

El número 19, que portaba una curiosa gorra de natación por un choque durante el partido, se acercó manso al arco contrario a La 12 sin mirar otra cosa que el césped.

Se acomodó la camiseta, camino hacia atrás, tomó la más grande bocanada de aire de su vida y con ojos de predador embistió la pelota estática en el punto blanco y sacudió las redes con la calidad que nunca le faltó, y con un grito atronador de gol acompañado con sus brazos abiertos, le dio el cierre que él creyó justo a su situación, acrecentando su lugar en el equipo que ahora él más quiere.

Cómo habrá sido la cosa que llegó a la Final de esa copa y la perdió contra un equipo descendido que ganó el primer campeonato de máxima división de su historia.

lunes, 3 de junio de 2019

Debo decir...

Fue el 19 de Diciembre de 2018, en Madrid. No en el nuevo y colosal estadio del Atlético, el Wanda Metropolitano, sino en el mítico Santiago Benabéu, del Real Madrid, su rival citadino.

¿Que sucedió ahí? Sí, por más disparatado que suene, se jugó el partido de vuelta de la Final de la Copa Libertadores de América. Léase bien: "América".

La histórica final, que fue columnada por la hinchada del equipo vencedor como la más importante de todos los tiempos, fue entre los dos equipos más grandes en la historia del fútbol argentino: Boca Juniors y River Plate.

Ambos equipos llegaban en un momento y forma espléndidos, disipando dudas sobre si eran los mejores equipos del continente. Hay que aceptar que la calidad y la dinámica de juego era ejemplar en ambos bandos cuyas individualidades tiraban del mismo carro, por la gloria del club, y no por uno mismo.

Boca se había clasificado segundo en la fase de grupos, detrás del Palmeiras que jugaba muy pero muy bien. River, por su parte, fue primero gracias al empate en cero en la última fecha contra el Flamengo, que venía de ser subcampeón de la Sudamericana, contra el Independiente de Holan.

Derribando rivales en la fase eliminatoria, en las semifinales llegaron dos equipos argentinos y dos equipos brasileños. Con la posibilidad de que se juegue una final puramente entre equipos de ambos países.

En esta fase, River vino de ganarle a Racing, a Independiente y a Gremio, que lo supo madrugar de local con un 1-0 muy peligroso que el equipo rojiblanco supo dar vuelta en la cancha del equipo brasilero.
Por su parte Boca despachó a Libertad, Cruzeiro y Palmeiras, que lo había superado en la fase de grupos, pero esta vez no contó con un Benedetto asesino que volvió de una lesión y lo vacunó tres veces en dos partidos.

Los cánticos xeneizes se hicieron escuchar a favor del delantero: Olé olé olé olée Pipaa Pipaa.
Mientras, el gallinero coreaba muy originalmente a su figura: El Pity Martínez que loco que estáa.

Y así, se determinó que Boca y River disputarían la Finalísima de la Copa Libertadores de América siendo esta la última vez que dicha instancia se jugaba de local y de visitante, ya para el próximo año sería en estadio neutral y a partido único, como en la Champions.

Se decidió que ambos partidos se jugarían sin público visitante. Y sin más idas o vueltas, Boca jugó de local el primer partido, empatando 2 a 2 con River en un partido chivísimo.

En el país se vivía un clima un tanto hostil. El Gobierno de turno optó por políticas de ajuste y manipulación del poder judicial y de los medios hegemónicos para disimular su incapacidad de dirigir un país y ocultar el hambre del pueblo. Y para colmo, en vísperas y durante el período de la Final de esta Copa, se realizó la cumbre del G20 en Argentina, que pedía muchísima seguridad para los máximos mandatarios del mundo. Fue así que a la ministra de seguridad nacional, Patricia Bullrich, le consultaron no por los medios que usarían para promover la seguridad de los presidentes de los países participantes, sino por la seguridad que podría implementarse para prever disturbios entre las barras de Boca y de River por aquella Final que tanto revuelo generó en el país.

A lo que la ministra respondió: "Vamos a tener lo del G20, imagínense que lo de Boca y River parece algo bastante menor".

Acto seguido, mientras el micro que transportaba jugadores de Boca tomaba la curva para ingresar a la parte del estadio que le correspondía, hinchas de River comenzaron a arrojar objetos al vehículo; papeles, piedras, botellas de plástico, pero hubo dos de ellas que optaron por arrojar cascotes y una botella de vidrio que impactó contra una ventana que, al estallarse, lastimó a dos de los jugadores del equipo de la Boca, siendo el capitán Pablo Pérez el que más cara se la llevó.

Boca decidió no salir a jugar el partido porque había jugadores heridos y las condiciones no estaban dadas. Compararon este hecho con lo sucedido en la Sudamericana del año 2014, cuando a los jugadores de River le rociaron gas pimienta desde la grada y no salieron a jugar el partido por los daños ocasionados.

Entonces se entró en un vaivén de planteos y denuncias que no hicieron más que manchar la Copa más folclórica para los argentinos. Boca se presentó ante el TAS para que le otorguen el título en el escritorio descalificando a River, River presentó un amparo, la Conmebol aceptó con la condición de que encuentre y desasocie a los hinchas responsables de los daños al micro de Boca y sus jugadores para luego procesarlos judicialmente, presidentes de ambos equipos se reunieron unas tres veces mínimo para ver que se hacía con toda esta cuestión, ambos dieron testimonio público con un canal deportivo y después de mucha falta de certezas, el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, dictaminó que la Final se jugaría, nada más y nada menos que en estadio del Real Madrid. Otro continente, otra cancha. Insólito.

Tanto River como Boca se manifestaron en contra de esa decisión. Pero más River, porque jugaría ese partido "en condición de local", y además no respetaron el tiempo invertido de los casi 66.000 hinchas que se aproximaron al Monumental para ver el partido ¡dos veces! Y además se determinó que habría público visitante, es decir, hinchas de Boca podrían sumarse al partido para alentar, cuando se había determinado que sería sin público visitante. Una medida que fue tomada en pos de generar ingresos.

Irreversiblemente, el partido se jugó.

Los clásicos rivales pusieron en cancha lo mejor de lo mejor. No desperdiciaron la calidad de ninguno de sus jugadores. El único cambio más o menos significativo fue el del arquero Rossi, que venía teniendo altibajos en su rendimiento, por Andrada, figura que venía de Lanús y que no pudo disputar bastantes partidos por una lesión.

El segundo partido más importante de mi vida comenzó con un pase milimétrico de Nández para Benedetto, que se deshizo de uno y vacunó al arquero Armani, el mejor arquero argentino del momento. En su festejo de gol, popularizó un gesto muy peculiar que sirvió como marca registrada para posteriores burlas: le sacó la lengua al joven zaguero Montiel por llevárselo puesto al salir a festejar.

Hasta ese momento, Boca era campeón de la Copa Libertadores. Y yo no podía estar más feliz.

Pero todo cambio en el segundo tiempo.

La habilidad de River tocando la pelota con el colombiano Quintero como conductor, derivó en un centro muy preciso de Nacho Fernández, uno de los mejores jugadores del fútbol argentino, para Pratto, gigante delantero confeso hincha y ex jugador de Boca, que levantó una volea demoledora para empatar el partido.

Y el segundo no se hizo esperar. El lateral uruguayo Mayada metió una pelota para el deleitoso Quintero que, vaya uno a saber cómo y de donde lo sacó, se hizo tiempo para parar, acomodar la pelota y sacudir el travesaño derecho de Andrada y marcar un golazo.

Boca estaba dominando el partido con las ocasiones que generó y desperdició, como una débil volea del capitán Pérez y un cabezazo falto de reacción de Nández, pero cuando un equipo tiene en su figura la habilidad clásica de un maestro del fútbol como Quintero, poco se puede hacer.

Entonces a Boca sólo le restaba matar o morir. Porque estaba perdiendo el partido y la Copa y fue hasta los últimos minutos que metía pelota tras pelota, inclusive con un jugador menos por la expulsión del 5 colombiano Barrios. Tanta fue la desesperación por el gol que hasta el arquero Andrada fue al área a buscar una pelota desde el tiro de esquina.

Pero esa pelota la ganó River, y con una contra de no sé quien y creo que ni ese jugador sabe como hizo para pifiar un taco y que aún así le quede la pelota servida para meter un pase al Pity Martínez, que corrió sólo Dios sabe cuantos metros y a cuantos kilómetros por hora por delante del central Izquierdoz.

Trato de ponerme en la piel del Pity en ese momento y sentir lo que el sintió. Porque el arco estaba vacío ya que Andrada había ido al área y sólo Izquierdoz se había quedado a defender, pero Martínez era rapidísimo. Aunque créanme que por más rápido o preciso que sea un jugador, un gol que muchos llamarían servido puede ser el más difícil de todos en una Final como la que se estaba jugando.

Quiero pensar al Pity nervioso hasta las orejas, inseguro y con calambres en las dos piernas por haber sacado energías de anda a saber donde, porque estaba exhausto. Y quiero creer que las circunstancias lo habrán hecho dudar de su indudable capacidad futbolística, porque fue acomodando la pelota cada vez más cerca del arco para asegurar que entraría por la línea de gol aunque le pegara con la rodilla.

Y haya sido así o no, el gran loco Pity Martínez clavó el 3-1 final del partido para consagrarse campeón de América frente a su clásico rival, desatando la algarabía en todos los futbolístas e hinchas presentes, quedándose sin más para hacer excepto desplomarse en el suelo y disfrutar de una hazaña que podrá presumir durante toda su carrera, inmortalizando para siempre el cántico de sus hinchas aludiendo a su locura.

Entonces me sentí muy triste, algo perdido futbolísticamente. Porque cargo con dos grandes desgracias en el mundo futbolero moderno: soy argentino y bostero. Y cabe destacar que Argentina vino de perder finales de un Mundial y dos Copas América en tres años consecutivos, además de quedarse afuera del Mundial de Rusia contra la Francia de Mbappé. Al parecer nací en un momento histórico donde me tocó sufrir mucho.

Pero asimismo me encanta presumir que antes de ser hincha de Boca o fanático argentino, soy hincha y fanático del fútbol. Porque aprendí a disfrutarlo y a encantarme por como se trata a la pelota, y no solamente a alegrarme o deprimirme por los títulos ganados o perdidos.

Y el River de Gallardo es enteramente eso: un equipo que trata bien a la pelota. Es lo que no sólo River, sino el fútbol argentino necesitaba. Un tipo que transmita identidad futbolística para lo que se juega y fomentar el sentido de pertenencia de la camiseta.

Hasta el día de hoy me han cargado haciéndome el número 3 con los dedos, o sacándome la lengua por el festejo de Benedetto, y son esas cosas que se tendrán que soportar y que son idóneas del folclore del fútbol en Argentina, tal y como los de River tuvieron que soportar cargadas por su descenso a la B Nacional, la segunda categoría.

Y esto no es un chanfle por resentimiento, sino que son cosas inevitables.

Irse a la B perdiendo contra Belgrano de Córdoba, prender fuego un sector del Monumental y ver a Boca salir campeón y finalista de la Libertadores en el 2012 mientras ellos lograban el ascenso es algo que no van a olvidarse jamás. De la misma manera que nosotros jamás nos olvidaremos que perdimos una máxima Final continental contra nuestro clásico rival.

Queda a su decisión que es lo peor. Yo ya disfrute y me desvanecí lo necesario.