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jueves, 7 de diciembre de 2017

Drexler también enseña.

Cerca de estas fechas, o eso creo yo, se cumplirán 9 meses desde que empezó una de las peores etapas de mi vida, seguida de una depresión de dos meses chorreantes de agua salada y demasiadas confusiones.

Cuando la conocí eramos adolescentes, con pocas ideas claras y demasiado peso por delante. Para mí era algo nuevo tener una extranjera en mi vida pero al poco tiempo se hizo costumbre tenerla en el corazón y aprender de ella.

Ella no era detallista, no era esotérica, no era cambiante y hasta el día de hoy que mantiene esa esencia tan magnífica que siempre la caracterizó. Pero a veces salía de su protocolo cotidiano para tratar de asociarse un poco a mis perspectivas.

Porque yo soy demasiado detallista, soy lo suficientemente inseguro y me gusta estar pendiente de pequeños gestos, como un relato, una canción, unas palabras posteriores a un mate, etcétera. Y de hecho mi esencia estaba en eso, pensándome seguro y creyéndome demasiado por más de que ella no lo era.

De aquellas pocas veces que ella se salió del protocolo para incursionar en lo "artístico", como aquel tan poco conocido relato llamado "Superman" que acá pueden leer, yo me sentí pleno. Tan pleno que desde aquellos pocos pequeños gestos, jamás volví a ser el mismo.

Uno de aquellos días fue cuando nuestra relación estaba en el punto máximo, en su esplendor y magnificencia inigualables que tan llenos nos dejó. Estábamos "comprometidos" con unos anillos que hoy deben estar guardados como reliquias en un cajón junto a las cartas de un narigón.

En su continuo uso de la tecnología y las redes, ella subió una historia en Instagram. Esa historia tuvo el privilegio de tener una gran sonrisa como protagonista y una canción de mi cantautor latinoamericano favorito: Jorge Drexler - Me haces bien.

Las historias duran unos pocos segundos y se mantienen por un día en aquel perfil. Algo muy pobre para algo que me lleno tanto. Algo de lo cual seguro ella ya no se acuerda.

Pero yo sí me acuerdo, y no me lo voy a olvidar nunca. Menos ahora, porque esta es la primera vez que puedo hablar sobre esto, porque hoy fue la primera vez que logré escuchar ese maldito tema de Jorgito Drexler que dura 3 putos minutos sin sentirme mal. Los 3 putos minutos más duros de mi vida. Porque apenas sonaba "Para contarte, canto, quiero que sepas cuanto..." yo ya estaba en lágrimas y sacaba el tema al carajo.

Hoy, en vez de pensar que es un tema tan crudo y doloroso, pienso que es el mejor tema que jamás me pudieron dedicar y fue la canción que más llegó. Porque Jorge Drexler no tiene la culpa de que sus temas causen milagros y hagan sanar a la gente con tan solo hacer sonar una guitarra, la culpa tampoco la tiene aquel/lla que dedique el tema, la culpa la tengo yo de ser un gil que se preocupa por esas cosas y después tener que llegar a escribir un relato sobre como eso le afecto tanto que lo deprimió lo suficiente.

Ahí fue cuando supe que podía decir firmemente y sin temor que
para contarte, escribo, quiero que leas lo que digo: me hiciste bien.