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miércoles, 21 de junio de 2017

Carta a René Pérez Joglar

Estimado René:

Me dirijo a vos desde la humildad y las joyas morales de Villa Domínico, Avellaneda, Buenos Aires, donde se golpea muy fuerte y se oye muy poco.

Cartas como ésta habrás recibido de a montones y muchas más no han llegado a tus manos por diferentes cuestiones burocráticas en las que comprendo que vos no estés involucrado, pero aún así la hago pública en mi página personal y trataré de enviártela por cuanto medio pueda porque creo necesario hacerte saber lo que generas en el corazón de un humilde.

Mira, desde que saltaste al mundo con Calle 13 en el 2004 supe recibirte con los brazos abiertos, mis oídos muy novatos y un corazón inocente en un niño de 7 años sin acceso a internet y muy poco malcriado de sus padres. En aquel 2004 considero que tuve tres grandes alegrías de mi vida: el nacimiento de mi hermana, la medalla olímpica en fútbol de Argentina y sus primeros temas. Creeme cuando te digo que fueron alegrías muy grandes.

De esas tres alegrías, vos y Calle fueron los únicos que mantuvieron su constancia y originalidad a pleno, porque mediante mi hermana crecía, mi corazón lo hizo con ella y pude vivir cosas a su lado que nunca creí, y ustedes me acompañaron en eso. La medalla olímpica se fue, supo volver cuatro años más tarde, pero fue pasajera como todo en el fútbol.

Hay, entonces, en la música que sabes componer, algo más. Y digo algo más no solamente por las vallas superadas, la perseverancia, la resiliencia o el aguante, lo digo por la identidad, el movimiento, la pasión y el corazón que supieron originar tanto en América Latina como en otras partes del mundo.

Por ejemplo, tiempo después de tus temas al reggaeton llegaron los temas de otra base, con los cuales (en mi opinión) supieron mover mucho más de lo que ya movían. Con ellos llegaron nuevos oídos, algunos veteranos y otros novatos, algunos tercos y otros sinceros, como también llegaron corazones en inconsciente esperanza de identidad y corazones en su peor versión que quisieron hacer de tu música un calvario.

Creo que vos y tu banda lograron aquello que se propusieron: llegar a la gente. No ha sido fácil, pero llegaron. Bueno... nunca es fácil hacer un pasaje del reggaeton al género urbano, del género urbano ampliarse al rap, del rap al corazón, del corazón a la gente y de la gente al mundo.

Lograste unirte a valores que empezaron a perderse en la música en general, te uniste a aquellos que también lo hacían, pasaste por arriba a quienes no y todo eso sin perder un solo corazón sincero en tu audiencia. Porque te ganaste el respeto, mi hermano.

Enseñaste la unidad de la sangre latina por sobre todas las cosas, que la identidad está en el corazón y como nos conectamos con los demás, que la política mueve papeles pero está acobardada frente a las tierras que nacieron, son y morirán nuestras. Jamás logré ver la unidad entre los latinos tan fuerte, tan arraigada entre nosotros, tan presente y latente.

Hiciste notar que sabes ser diverso y multifuncional sin perder tu esencia, tu estilo, tu sentido. Que tu mensaje es tuyo y de quienes tienen un latido capaz de oírlo. Eso no te lo quitará nadie.

Me ayudaste a entender que frente a la vida hay más que cargar un peso sobre la espalda, hay amor, hay miedo, hay ganas, hay hermandad y respeto. Hoy día me considero un ser humano de bien, un adulto maduro nacido en un barrio de ricos, criado en la clase media-baja con delirios de grandeza y hoy viendo con ojos calmos todo aquello que supe aprender por mi cuenta, y me llena de orgullo que pude aprender grandes cosas a tu lado.

Por esto es que puedo decir que si falta amor, miedo, ganas, hermandad y respeto en la vida de uno... es probable que no hayan oído mucho de René.

Humilde de corazón y honesto de mente, te hago llegar el agradecimiento de muchos de mi localidad y de mi partido, que saben lo que es ser un buen residente.

Nunca pierdas tu esencia, porque no solo es lo que tenés, es lo que muchos tenemos. Gracias, hermano.

Latinoamérica unida, jamás será vencida.

jueves, 15 de junio de 2017

No estaba anunciado.

Sueño, soñé y quiero.

Sueño con una sutura que aunque sea hecha con escarbadientes, atada con alambre o pegada con cinta, se haga. Porque tuve que aprender tarde que no hay peor cosa que un corazón roto en un alma joven. En un alma que supo unirse con otra que, al final, por joven o por inexperto, fue la culpable de herir.

Sueño con una explosión de honestidad que no llegó porque no querés, por miedo o por duda. Pero sueño con poder determinar si mi corazón está listo para volver. No volver a vos, sino volver a amar.

Soñé con una oportunidad que nunca llegó, por un juego vil creado por ratas y adoptado por un ángel quien, inocentemente, ya había pagado mucho. Soñé con haberte comprado las flores que debí, o haberte cantado las canciones que quise, o no haber sido tan débil de corazón y fuerte de mente. Soñé con haber aprendido a amar con lo que late, en vez de lo que ordena.

Soñé con un futuro hecho a la medida, pero hecho a la fuerza, soñé con hacer de eso una esperanza y terminar de construir un futuro que en vez de a la fuerza, sea al amor. Soñé con ser tu ilusión, tu bienestar, tu fortaleza y tu templanza, tu impulsor de todo lo bueno y sostén de todo lo malo. Porque pude con vos y no pude conmigo, hoy no estás, y soñé con que así sea sin saber que primero esta uno, para tener unidad.

Quiero y querré ser una cercanía necesaria e indispensable, porque sabemos que eso nos hace sanos y plenos. Quiero poder acercarme de una manera diferente, que te guste, que no confunda y que sea saludable. A pesar de que no tengas mucho para dar, quiero que sepas que tenés mucho por recibir, y más ahora. Pero sucede algo, mi amor, no sé si quiero dártelo.

Quiero por sobre todas las cosas, por sobre las cicatrices y las lágrimas, por las ataduras y la libertad que hoy tenemos, que seamos felices. Juntos o separados. Quiero que consigas a alguien que te haga feliz, como yo conseguí la felicidad en lugares que nunca hubiese esperado. Quiero hoy y siempre que vayamos para adelante.

Pero insisto, mujer, que ante todo, te quiero.