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martes, 1 de octubre de 2019

Xiara

Cuando conocí a Xiara yo tenía 23 años, estaba en una de las peores etapas de mi vida, cansado de la rutina semanal y preparándome para un período extremadamente intenso, plagado de entregas y parciales en mi primer año de carrera.

La conocí cuando ella tenía 4 años, me estaba mirando fijamente con su mirada tan tierna, perdida en mis ojos y yo en los de ella. La conocí esporadicamente, fue sólo esa imagen. Tenía el mismo pelo y las mismas muequitas que su mamá, unos ojos algo oscuros pero brillantes, los cachetes gorditos y unos labios gruesos. Era una nena preciosa, alguien que me alegró todo el día después de conocerla y que no podía esperar a contarle a su mamá que la había conocido.

La mamá, para el momento en que la conocí, también estaba atravesando una etapa difícil y tenía muchos planes por delante, pero apenas pude verla, le conté. Y ella no lo pudo creer.

Claro, para mi sorpresa, la mamá de Xiara, tal y como la naturaleza debe comprenderlo, la conoció mucho antes que yo. Imagínense la sorpresa de la mamá cuando le conté que finalmente había conocido a alguien que, de alguna manera, nosotros teníamos la certeza de que nos haría inmensamente felices.

Xiara es mi hija. Es también hija de la persona que más amé en mi vida.

No, la mamá de Xiara hoy tiene 19 años y ni ella ni yo somos padres aún. A Xiara, los dos la conocimos en nuestros sueños.

Al principio yo no le creía a su mamá que había soñado con ella, me parecía sorpresivo, inusual, imposible, flashero. ¿Quién iba a decir que yo soñaría exactamente a la misma persona, con los mismos rasgos y la misma edad, tiempo después?

Y si bien soñé a los hermanos de Xiara, no los soñé de la manera tan clara como la soñé a ella. Tal vez sea por la diferencia de tiempo que habrá entre Xiara y su segundo hermano, tal vez sea porque solamente tengo la capacidad de soñar hasta cierto punto en el futuro, no lo sé. Es muy cómico todo esto.

Aún así después de soñarla, después de contarle a su mamá y a otras personas de mi cercanía lo inusual y extraño de dicho sueño, seguía teniendo mis leves dudas, porque al fin y al cabo, probablemente sólo haya sido un sueño, una impresión directa del inconsciente y, por momentos, me olvidaba de la increíble similitud entre los sueños de la madre y el mío.

Pero tiempo después me convencí.

Hace poco, cenando con mi papá y su pareja, decidí contarle este tipo de sueños que yo tenía, casi premonitorios, que a su vez incluyen otro montón de cuestiones, pero que hoy no quiero contar. Cuando les aclaré todo lo que soñé, quedaron sorprendidos, impactados, no sabían que decirme y, por supuesto, ¡no es para menos!

Pero cuando ambos me pidieron detalles físicos de ella, que la describa, que de más detalles sobre ella, ellos se convencieron de que había mucho más detrás de un simple sueño.

Después de hablarle de sus manos chiquitas, del suave de su pelo, de lo redonda de su nariz, de cuan tiernas eran todas sus muecas y la manera en la que se reía, de cuan similar era su carita con la de su mamá y la mía, de como era su boca, sus ojos, su mirada, ellos me dijeron que efectivamente estaba hablando de mi hija. En palabras de mi papá:
"Estás describiéndola de la misma forma que yo describía a tu hermana cuando era chiquita"
Y me convencí.

Nunca había hablado así sobre alguien de la misma manera en la que había hablado de ella. Y no me daba cuenta que estaba siendo auténtico, que hablaba nada más y nada menos que de mi hija, de nuestra hija, porque me dí cuenta que no solo hablaba de la belleza de mi hija, sino de la belleza de su madre, porque Xiara es igual de bella que su mamá, sin lugar a dudas.

Todavía me cuesta caer en lo utópico que todo esto resulta ser, porque no se trata sólo de Xiara, se trata de muchos aspectos de mi futuro que, vaya Dios a saber cómo, yo vengo soñando. Y es justamente por estos sueños que día a día me otorgo la convicción de que por donde voy, es el lugar correcto, el lugar correcto para mí, para su mamá, para nuestro futuro, para darle un lindo futuro a Xiara.

Le había dicho a la mamá de Xiara, mucho tiempo atrás, que no creía en el destino, que no me gustaba pensar que no tenía control sobre lo que mi futuro podía llegar a ser. Pero, con esa idea, ¿Cómo podría negarme a mi mismo todas las certezas que tengo sobre mi hija? ¿Cómo cerrar la puerta a una filosofía que claramente me traerá alegrías más adelante? ¿Cómo le termino de dar las gracias a la mamá de Xiara por haberme hecho creer en el destino al igual que ella?

Afortunadamente, Xiara forma parte de mi destino. Y me encantaría darle el mejor voto de confianza al tiempo, para que llegue el día en el que pueda tener a Xiara conmigo, en mis brazos, mientras yo le sonrío a su mamá. Para que, ese mismo día, le pueda decir a mi hija "Te esperamos por mucho tiempo". Para que pueda decirle al amor de mi vida que, a partir de ese entonces, los amores de mi vida son dos. Para que ese día pueda verme al espejo con ella y convencerme de que vivir el presente con ella en mi futuro fue una de las mejores alegrías que me dio la vida, o el destino, o el universo, o lo que sea.

Mientras tanto, el amor de mi vida, aún espera por mí.
Y entre tanto y tanto, yo voy por ella, o, mejor dicho, por ellas.

Y además, sin saberlo, Xiara espera por nosotros. Y nosotros vamos a llegar, capaz no en este momento, capaz no mañana, pero cuando lleguemos, por favor, nunca dejes de mirarnos como soñé que nos mirabas.

Por ahora, para cuando ya sepas leer y logres interpretarlo, te quiero regalar el primero de todos los que te daré:

Te amo.